Siempre escuché que era “bueno” en ciertas cosas. Que tenía talento para escribir, para hablar en público, para presentar ideas. Pero hubo un momento en que eso no fue suficiente. Me encontré rodeado de personas que, sin destacar “naturalmente”, lograban más. ¿Por qué? Porque eran constantes. Porque hacían el trabajo, día tras día. Y fue ahí cuando entendí: el talento es un punto de partida, no una garantía.
El mito del talento innato
Nos encanta la idea del genio nato. Esa persona que nació con un “don”. Y no es mentira que algunas personas tienen predisposición natural para ciertas habilidades. Pero el problema está en creer que eso basta. Angela Duckworth, autora del libro Grit, lo dice claramente: “Lo que importa no es solo el talento, sino la perseverancia. La pasión sostenida en el tiempo vence al talento sin esfuerzo”.
Y es cierto. En el trabajo, he visto cómo quienes se organizan mejor, practican más o simplemente no se rinden, terminan superando a los que “se les daba fácil” al inicio. A veces, el talento hasta se duerme, porque cree que no necesita más.
¿Quiénes lo demuestran?
Hay muchos ejemplos, pero algunos me impactan:
Cristiano Ronaldo: siempre fue talentoso, sí, pero lo que realmente lo diferencia es su ética de trabajo. Sus compañeros dicen que es el primero en llegar a entrenar y el último en irse. Su constancia es casi obsesiva.
Will Smith: en entrevistas ha dicho que “no soy el más talentoso, pero si me dejas en una caminadora al lado tuyo, o tú te bajas o yo muero, pero no me bajo primero”. Esa es la mentalidad.
J.K. Rowling: antes de ser publicada, fue rechazada por más de 10 editoriales. Siguió escribiendo. Siguió tocando puertas. Sin disciplina, no hay Harry Potter.
Mi propia batalla con la constancia
En mi caso, el tema ha sido el ejercicio. No porque no me guste —en realidad, sí me gusta—, sino porque por mucho tiempo me apoyé en la excusa de que “no tenía tiempo” o “ya lo haré mañana”. Pero cuando comencé a ser constante, aunque fuera 20 minutos al día, vi resultados. Me sentí más fuerte, más enfocado, más orgulloso de mí. No fue el talento, fue la rutina.
También me pasa con estos blogs. No siempre tengo la inspiración perfecta. Pero me siento, escribo, edito. No por talento, sino por decisión.
¿Entonces, qué podemos hacer?
Aquí algunos consejos simples, pero poderosos:
Haz lo que toca, no solo cuando tengas ganas
La motivación va y viene. La disciplina te mantiene en movimiento.Ponte metas pequeñas y sostenidas
Es más fácil mantener una rutina de 15 minutos al día que forzarte a hacer 2 horas una vez al mes.Crea rituales, no solo tareas
A veces, empezar cuesta. Pero si lo haces parte de un ritual (como prepararte tu espacio, poner música, elegir una hora fija), se vuelve más llevadero.Rodéate de personas que te reten
Si estás en un entorno que se exige, es más fácil mantenerte firme.Recuérdate por qué empezaste
Es fácil perderse en la rutina. Volver a tu motivo —por salud, crecimiento o propósito— renueva tu energía.
Talento sin disciplina es potencial perdido.
Disciplina sin talento ya es un avance.
Pero juntos, pueden llevarte mucho más lejos de lo que creías posible.